El Gobierno se quedó ayer sin mentiras durante más de veinte minutos
Desde las 11,57 a las 12,19 horas de ayer varios miembros del Gobierno de Mariano Rajoy tuvieron que permanecer absolutamente callados ante el riesgo de que pudiesen armar alguna frase veraz que contuviese información honesta o careciera de valor electoral. Aquellos que sufrieron el contratiempo en medio de una rueda de prensa se vieron obligados a activar el protocolo de emergencia y simularon un desmayo de clase C ante los periodistas. Los ministros del Partido Popular están autorizados a provocarse una lipotimia de clase C ingiriendo una pequeña cantidad de hipocaína, una sustancia que siempre llevan oculta en la solapa y que contiene una proporción de cinismo diez mil veces mayor que sus propias palabras, de manera que caen desplomados al suelo en cuanto se produce el contacto de la hipocaína con la saliva.
El desabastecimiento de mentiras se produjo a causa de una explosión en el Depósito Central de Embustes. Al parecer, uno de los alambiques que transportan las patrañas hacia los condensadores de cuentos chinos explotó por motivos aún poco claros. La deflagración arrancó la cabeza a cinco filólogos mercenarios que se encontraban en ese momento destilando veinte mil litros de farsa para la obtención de bulos incendiarios. La policía cree que la centrifugadora de frases de González Pons se volvió loca con su último aserto y lanzó una gran cantidad de barbaridades contra la torre de vacío que procesa los bulos y se produjo la combustión espontánea.
Más de trescientos camiones estuvieron quince minutos sin poder cargar en los muelles Norte, Este y Oeste de la puerta F-23 del complejo. A las ocho de la mañana pudo restablecerse de nuevo el abastecimiento gracias a la intervención de los bomberos-fontaneros del ministerio de Eufemística.

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