Un desempleado de 52 años ha sido detenido esta misma mañana por la policía cuando se disponía a efectuar una tercera llamada a la Moncloa fingiendo que era Bankia, y obtener, así, ayudas de dinero público a un ventajoso interés del 1 %.
Al parecer, un nutrido grupo de agentes especializados en lucha antiterrorista irrumpió en el piso del detenido, en el que también se encontraban su esposa y los dos hijos mayores, también desempleados, y sorprendió al hombre en el justo momento de la llamada telefónica a la Presidencia del Gobierno. La cifra de dinero que el impostor pretendía pedir todavía no ha trascendido a los medios de comunicación pero se estima que podría estar cerca de los setecientos cincuenta y tres euros. La voz engolada, el tono firme y autoritario, y una serie de frases técnicas poco afortunadas, tales como “tengo el cash flow hecho una mierda” o “mataré a todos los bonos, uno por uno”, componían el modus operandi del farsante. Cuando los agentes intentaron reducirlo, fueron atacados por la esposa y el hijo mayor, que les lanzaron a la cara y a los ojos más de cien recibos devueltos por los bancos y dos avisos de desahucio. La policía utilizó gases lacrimógenos, porras nuevas y un rayo utilizado por las fuerzas especiales del ejército norteamericano que hace estallar el hígado de la víctima sin que el pelo, la ropa y el DNI sufran el más mínimo daño.
Tanto el Gobierno como la Asociación Nacional de Banca y la Conferencia Episcopal Española han condenado enérgicamente este tipo de delitos, y han exigido que la “simulación de voz de banco” se castigue con penas de prisión mayor, además de un aumento disciplinar de ocho puntos en el interés de la hipoteca del impostor, su inclusión en la “lista oficial de personas horribles” y la excomunión del detenido, de su familia y de todos los habitantes censados en su término municipal.