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La Real Academia de la Lengua Española se reunió ayer en sesión extraordinaria para atender el clamor de la calle y continuar adaptando el idioma español a las nuevas evoluciones del vocabulario popular. “La gente necesita llamar hijoputa a su banquero con total naturalidad”, ha dicho el director de la Real Academia Española.
A tal efecto, y por mayoría absoluta, se acordó introducir el término “hijoputa” como sinónimo de aquellas personas que dirigen o son propietarias de un banco, y por extensión a sus esbirros directivos o aquellos empleados que aprovechen la ignorancia de los clientes para colocarles productos tóxicos a cambio de una comisión. El sinónimo también podrá utilizarse para nombrar a un inversor especialista en mercados internacionales y a ciertos especuladores cuyo corazón  tenga el tamaño de un guisante.
“Buenos días, hijoputa, vengo a hacer un ingreso”, “Quiero hablar con el hijoputa sobre un recibo devuelto” o “El señor hijoputa está reunido” serán dentro de pocos días frases habituales en las entidades bancarias.
También a partir de ahora los clientes tendrán derecho a exigir que en todos los documentos bancarios se pueda leer el cargo de director en sus dos acepciones, “director de la oficina número equis” o “hijoputa de la oficina número tal”.
Los miembros de la Real Academia de la Lengua abordaron también la posible incorporación de la palabra “fantoche” para denominar a un político, aunque de momento sólo se plantean aplicársela a los diputados electos de los dos partidos mayoritarios españoles. Además de fantoche, se barajó también una nueva licencia para llamarlos pequeños bastardos.
Los académicos sí llegaron, sin embargo, a aprobar unánimemente una nueva contracción que podrá utilizarse en el caso de que las palabras aguirre y esperanza vayan juntas. En tal caso se dirá mamarracha.

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